Katmandú, primavera del año quince
La tierra se acomoda, busca reducir
su tensión
Fractura y desplaza los bordes de
sus placas
reequilibrándose como una diosa
que se remueve en su lecho
buscando mejor postura
Y los templos budistas, hinduistas
levantados con fervor, con fe devota
en otros dioses más estáticos,
legendarios
caen patéticamente, terriblemente
entre muerte y estruendo
sin brahmas, jesucristos ni
profetas que los sostengan
inermes ante la implacable Gaia
que ignora sus poderes legendarios